(* Calle de París. 1877, Gustave Caillebotte)
Los buenos modales son, en la mayoría de los casos, acciones que deberíamos hacer por sentido común, por ser la manera más obvia de evitar molestias a otros y a nosotros mismos. Sin embargo, su importancia va más allá: Son una expresión de nuestro amor y respeto por los demás; en muchos casos son un reflejo de nuestro buen carácter ya que nos llevan a anteponer el bienestar del prójimo al nuestro.
Por ejemplo, mostramos consideración y prudencia cuando vemos a alguien conocido caminando por la calle con evidente apuro en horas y días de trabajo, y después de pensar por un segundo “¿Será prudente hablarle ahora que lleva prisa?” decidimos abstenernos de llamarlo pues sabemos que eso le distraerá y le quitará tiempo.
Otro ejemplo de consideración y buen juicio es cuando permitimos a las personas bajar del ascensor (autobús o metro) antes que entremos. Es un principio elemental: dos cuerpos no pueden ocupar un mismo espacio; todo marcha con orden y fluidez cuando obedecemos la sencilla regla de “antes de entrar, permita salir”.
Lo que quiero recalcar es que creo que tener buenos modales no debe ser una característica que nos haga sentir superiores a otros, sino una herramienta para expresar las buenas cualidades que Dios ha ido moldeando en nuestro carácter.
Dicho lo anterior, comparto 10 reglas básicas de urbanidad.
1. Igual que al manejar (en la mayoría de los países) al caminar por la calle toma siempre tu derecha. Seguir esta regla evita congestionamientos y el típico “bailecito” que se da al encontrarte de frente con otra persona que va en sentido contrario al tuyo.
2. Camina del lado de la pared. ¡Deja al hombre convertirse en caballero! No lo veas como símbolo de debilidad, sino de feminidad. Además, es especialmente ventajoso cuando después de la lluvia los autos pasan salpicando a quien va cerca de la calzada.
3. Antes de entrar, permite salir. Esto favorece el flujo y la amabilidad pues evita choques entre las personas y un estado de salvajismo donde suele ganar el más salvaje o el más corpulento.
4. Cede el paso. Claro que hay excepciones lógicas como al hacer fila. La regla para saber quién le cede el paso a quién es simple: Un hombre cede el paso a una mujer; y sin distinción de sexo, se le debe ceder el paso a una persona mayor. En el caso de toparse en una escalera estrecha, el que sube cede el paso al que baja.
5. Cede el asiento. Como dama, son más las ocasiones en las que te lo cederán a ti, pero si te encuentras en un lugar ausente de caballeros, donde haya personas mayores que tú, embarazadas, discapacitadas o con alguna carga que les dificulte mantenerse en pie, cede tu asiento.
6. Sujeta la puerta para que otros pasen. En especial las de vaivén; primero pasa quien la va a sujetar para permitir con comodidad el paso de la persona que viene atrás. Para saber quién debe detener la puerta, sigue la misma regla que para ceder el paso.
7. Al entrar en un automóvil, el caballero debe abrir la puerta para que tomes tu lugar, y luego cerrarla; no porque tú no puedas hacer, sino porque es una manera de ser amable, no le quites la oportunidad; además eso permite que te acomodes con delicadeza cuidando que no quede doblada tu falda o caiga algo de tu cartera.
8. Otro asunto a tratar al hablar de vehículos, es quién pasa primero en el asiento de atrás; si vas a ir junto a la puerta tomarás asiento y él, después de cerrar tu puerta, dará un rodeo para ocupar su lugar del otro lado. Pero si no se puede abrir más que una puerta, él pasará primero para que sea él quien se tenga que deslizar por el asiento hasta su lugar, y luego subes tú.
9. Al subir las escaleras, si hay espacio se sube a la par de la otra persona; cuando la escalera es estrecha no hay una norma definida pues en ocasiones el que una mujer suba primero resulta incómodo ya que puede dejar expuestas las piernas. Te sugiero optar por lo más cómodo y decoroso de acuerdo a tu atuendo. Al bajar las escaleras el hombre es el que baja primero.
10. En días de lluvia como los que hemos tenido últimamente, es necesario usar el paraguas, pero su uso puede ser algo complicado por no usar la cortesía debida.
Cuando llevemos el paraguas cerrado, su punta deberá siempre ir hacia abajo para evitar accidentes. En cambio, cuando lo llevemos abierto, la regla es la misma que en la mayoría de las ocasiones, pregúntate ¿cómo puedo facilitar el tránsito a las otras personas? Eso te llevará por sentido común a hacer lo correcto: Si te topas con personas mayores o más bajas de estatura, para evitar el choque tendrás que elevar tu paraguas; por el contrario, si es un hombre o alguien más alto que tú, baja tu paraguas para que él eleve el suyo. Antes de entrar a algún lugar, asegúrate de sacudir lo mejor posible tu paraguas (sin salpicar a alguien). Por último, no olvides darle la oportunidad al varón de ser un caballero y salir antes que tú para que abra el paraguas y te proteja de la lluvia sobre todo si… ¡te alaciaste el pelo!